Echate una tormenta cuando quieras

Y es un sábado más, como dice el tango...

La idea era ir a comer y después ir al cumpleaños de David. Pero el destino (?) estaba en contra, y con el destino no se puede andar jugando, hay que hacer lo que el dice o se te pudre todo. Esto es un hecho demostrado científicamente por la escuela papal de ciencias esotéricas.


La cuestión es que yo estaba dispuesto a salir de casa, a pesar de los pronósticos de granizo y otras cosas espantosas, así que me fui a bañar... y el agua estaba fría. Primer indicio de que debo quedarme en casa. Pero yo no le hice caso, porque soy re rebelde.

Salimos de casa y el cielo se iba agrisando cada vez más, pero seguimos viaje, nos tomamos el colectivo, los rayos iluminaban el interior de tanto en tanto, y un pendejo escuchaba cumbia en su celular. Segundo aviso del destino...

Como íbamos a hacer la última parte del viaje en tren nos bajamos en Ramos Mejía, sacamos los pasajes correspondientes, ya se escuchaban los truenos y el cielo estaba definitivamente ennegrecido. El tren que está en el andén está parado, con las puertas cerradas, las luces apagadas y la gente con la cara pegada al vidrio gritando, pero no se los escuchaba. Un guarda avisa que se cortó la luz de la formación y no pueden abrir las puertas. Nosotros esperamos, por ahí lo arreglan. Esta sería la tercera advertencia.

Es obvio que el tren no va a arrancar y suena mi celular, la cena se suspende por tormenta, por mis pagos todavía no cae agua, dejamos la estación, vía tren no vamos a llegar nunca. Mientras caminamos hacia la parada del uno empieza a soplar el viento y sentimos las primeras gotas, una, 100 metros, otra, 50 metros, otra más, 20 metros, 4 gotitas, 2 metros, 10 gotazas. Se va la cuarta.

Mientras esperamos el colectivo el viento sopla cada vez más fuerte. Al principio solo alcanza para mover las hojas de los árboles, en unos minutos empieza a arrastrar la basura, y las porquerías con pelusa amarilla (esas que caen de los árboles en esas pelotas que nos tirábamos de chicos) vuelan por todas partes, se meten adentro de la ropa, se enriedan en el pelo. Sopla cada vez más fuerte, ya alcanza para arrastrar las bolsas de basura, y tirar carteles. Corremos a refugiarnos en un palier, un cartel cae. Mientras tanto, aunque no lo vemos, un perro que estaba en un balcón cae al piso. Si esto no es la quinta advertencia, yo no sé que es.



Doy la vuelta, me voy a tomar el colectivo que me lleve de vuelta a casa, empieza a llover de verdad, con grandes cantidades de agua. Encuentro en el piso al perro que había caído del balcón "Seguro que está muerto", "No, me parece que está vivo", "¿Hay alguna veterinaria cerca?", "¿Y el dueño?", "¡Cayó desde allá arriba! si hubiéramos pasado más cerca de la pared nos pegaba en la cabeza", "Agarralo vos, yo no lo toco". Se llevan al perro y me refugio bajo otro techo, van llegando distintos colectivos y cada vez somos menos. Lluvia y viento. Llega mi colectivo, 2 pesos por favor.



Pongo audioslave y arranca el viaje. En el camino veo que está cortada la luz en varios lugares, voy llegando a casa y la luz sigue cortada, "puta madre, voy a llegar y voy a tener que ponerme a buscar velas", "¿Donde están las velas?", "¿Tiene pilas la linterna?", "¿Alcanzará la batería de la notebook para ver una peli?". Y de repente, una curva y aparecen las luces, primero las de la autopista, después las de las calles y por último las de las casas.

Bajo del colectivo, camino bajo la lluvia cantando Like a stone, Audioslave es una muy buena banda. A los hombres les gusta por la música, a las mujeres por Chris Cornell, aunque a veces es al revés, claro está. ¿Sabían que fue la primera banda norteamericana de rock en tocar en Cuba desde que Fidel derrocara a Batista?



Llego a casa, varios centímetros de agua en el terreno, me pongo a limpiar las rejas, porque se llenan de esas porquerías que vuelan mezcladas con ramas y no dejan que el agua salga. En cuanto saco un poco el agua corre veloz hacia la calle, en un rato el terreno queda vacío de agua. Mientras tanto entro, me saco la ropa mojada, preparo unos sandwichs y me pongo a ver una película malísima. Por suerte hay internet.

No sé que hubiera pasado si seguía viaje, o si me quedaba en casa desde el principio, pero esa salida le dio forma a este post.